Pura vida

Pura vida

A estas alturas del campeonato, resulta un tópico emplear la expresión pura vida cuando uno se dispone a hablar de una persona de Costa Rica, pero créanme si les digo que hoy viene al caso, y todo por culpa de Gino González, un tico que anda estos días por FICMEC y que ha transmitido –estoy seguro de que involuntariamente– su buena onda a todos los que nos hemos acercado a él.

En cualquier encuentro como este, de nueve días de incesante actividad y con una marea de gente que va y viene, entra y sale, es normal que en la pequeña comunidad que conformamos se generen simpatías y antipatías varias, aunque, todo hay que decirlo, en FICMEC abundan más las primeras. Pero las otras también pululan por aquí, de tal manera que, cuando quienes trabajamos en la trastienda de este festival llevamos ya más de la mitad de esos nueve días remando sin descanso, agradecemos enormemente que de la nada aparezcan personas que le hacen a uno más sencillo su diario batallar.

Gino, como hemos dicho, es costarricense, y ya sabemos la fama que tiene ese país de ser un oasis de humildad, humor, camaradería y buen vivir (en el sentido más hermoso de esa expresión). Todos esos elementos intangibles que hacen de Costa Rica un paraíso se resumen en dos palabras: pura vida. Y con unos frasquitos de esa poción vino González hasta Tenerife para presentar el documental Irazú 63: la noche gris del río Reventado, una historia de solidaridad e ingenio que tiene como escenario una de las erupciones más recordadas de su país, ocurrida hace 56 años.

Gino, de 31 años y lleno de ideas, no es cineasta, sino geólogo, pero, como nos contó hoy mismo, cree que un pueblo no puede olvidar los momentos dramáticos de su historia si no quiere que se repitan; por eso, un día que pasó por el río Reventado (actor protagonista de aquel suceso del año 1963) con un grupo de niños, no salía de su asombro al comprobar que los pequeños no conocían el relato de aquella catástrofe. Entonces decidió hacer una película sobre el asunto y, casi por casualidad, descubrió un episodio de solidaridad que salvó miles de vidas gracias a la inteligencia de un solo hombre. Busquen el documental en YouTube: solo dura 16 minutos y vale la pena verlo.

El afán de este geólogo por conocer mejor los volcanes y compartir con todo el mundo los secretos que él y sus compañeros no deben guardar para sí lo ha llevado a crear la organización Volcanes sin Fronteras, un colectivo entre cuyas acciones figura enseñar a los niños de su país las principales estrategias que se deben aplicar para evitar los peligros de las montañas de fuego. Su intención es que los hombres y las mujeres del futuro entiendan la geografía que los rodea, sepan traducir las palabras del volcán y no dependan exclusivamente de la autoridad que impone la comunidad científica en las situaciones de emergencia.

Si el proyecto da sus frutos, las generaciones venideras de Costa Rica tendrán mucho que agradecerle a Gino, tal vez tanto como nosotros le agradecemos que haya plantado en Tenerife una cálida semilla de pura vida.

 

Ramón Alemán
Foto: Luz Sosa