Fingir que todo va bien

Fingir que todo va bien

Hit The Road (Panah Panahi, 2021)

Panah Panahi, hijo del mítico Jafar Panahi, se estrena en la dirección cinematográfica adentrándonos en una peculiar road movie sobre una familia singularmente cómica.

El cineasta iraní juega con el suspense al no desvelar el motivo por el cual han iniciado el viaje, convirtiendo la travesía de la familia en curiosidad para el espectador. Además, la trama está cargada de momentos surrealistas con tintes cómicos que, a medida que avanza la trama, empiezan a adquirir un importante sentido crítico.

Su mirada a occidente –que satiriza en cierta forma nuestra propia forma de pensar y mirar las cosas, así como la del mundo en general– está cargada de ironía. Desde el encuentro con el ciclista (momento culmen de la comicidad del filme) hasta la extravagante colección de manchas de orina de Farid, que según la madre “podría estar en una galería de arte”.

Pero, en general, su humor no solo se centra en esto, sino que se traslada a cualquier otro ámbito. La frase “fumas mucho viendo películas, no veas películas” nos escarnece sobre nuestra forma de percibir los problemas y de solucionarlos, atacando siempre al punto menos cuestionable. Asimismo hay otros tantos ejemplos en el filme que hacen que el metraje conserve casi todo el tiempo un texto hilarante.

Esta ironía también se transfiere a la fotografía, como ejemplo perfecto tenemos los momentos en los que el padre mira concentrado (casi) a cámara mientras suena un piano que nos lleva a un momento íntimo, para después romper este instante con un plano subjetivo en el que entendemos que la fijación del padre es por un objeto ridículo (o tal vez no tanto). El piano que, por cierto, aparece desde el primer momento dibujado en la escayola del padre y que se fusiona con la música como si esta fuera diegética.

No obstante, detrás de la nueva generación del cine iraní (un país tan terriblemente castigado) hay una fuerte carga social que busca reivindicar unas mejores condiciones, criticando para ello todo lo que creen que es desproporcionadamente injusto. Por lo tanto, nos encontramos con un poderoso subtexto que utiliza a su antojo el texto y la forma para conducirnos a un final extraño, pero muy duro desde un contenido íntimo e implícito que evita las sensiblerías (salvo por su rupturista anticlímax). El paradigma de la crítica de Hit The Road a esto es la metáfora de la cucaracha que aparece verbalmente en varias ocasiones durante el metraje, siendo la frase más significativa la que pronuncia el padre: “cuando matas a una cucaracha no la tires por el retrete, sus padres las mandaron fuera llenos de esperanza”.

En definitiva, el debut de Panah Panahi da como resultado una obra poderosa desde su crítica, pero también desde su forma, donde se aprecia a un director que no solo traslada su manera de ver Irán, sino que se expresa de manera muy elocuente con la gramática cinematográfica. Por si fuera poco, Hit The Road va –para no desvelar el posible tema central que se huele, pero que permanece oculto– sobre fingir que todo va bien en tiempos complicados y una película así –y en tiempos complicados– siempre es atractiva de ver.

-Santi Lecuona