La película más divertida de la vigesimocuarto edición

La película más divertida de la vigesimocuarto edición

Vida salvaje (Thomas Daneskov, 2021)

La vigesimocuarto edición del FICMEC cierra con la película más divertida y entretenida de la selección.

Vida salvaje se replantea los límites del sistema con un thriller que tiene un fuerte carácter narrativo y visual de aires comerciales, donde Martin se aleja de su supuesta vida monótona para poder reconectar de nuevo con sus genes primigenios, con su “verdadero espíritu de hombre”. Por el camino se encuentra con Musa, con el que formará una interesante buddy movie –algo de moda últimamente en el cine danés con sagas como Los casos del Departamento Q–. Ambos hacen que la primera parte se conforme con un estilo cómico que roza lo absurdo y lo soez, promoviendo un lenguaje irónico a través del humor negro, y cambiando radicalmente hacia la seriedad del drama en su segunda parte.

Martin se convierte en un antisistema y fantasea con una sociedad de carácter comunitario donde el dinero no existe. Ante el sueño se encuentra con la realidad, se da cuenta que no existe eso de “cocina porque quiere comer, corta madera porque necesita construir algo” –como le dice uno de los falsos vikingos de la trama–. No existe la auténtica autenticidad –valga la redundancia– y a eso a Martin le abruma, provocando que la película trascurra por derroteros que hacen que el humor negro se anteponga a cualquier otro elemento de la película, haciendo que la experiencia sea realmente divertida.

En ese punto de “autenticidad falsa” del que habla la película podemos citar lo que Vicente Verdú denominó el “capitalismo de ficción”, donde el sistema asume los discursos antisistema y los hace suyos propios desde la estética, obviando todo lo que atañe al pensamiento crítico de estas corrientes. El vikingo no es un auténtico vikingo, viste como él y asume su discurso, pero tiene un BMW y un iPhone (en nuestra realidad podríamos plantear otros ejemplos). Tal vez no sea el mejor paradigma para explicar esto, pero a Martin le parece suficiente para seguir decepcionado con la vida y para seguir repensando qué hacer con su vida.

– Santi Lecuona