29 May Más allá del mar Blanco
Beyond the White (Evgeny Kalachikhin, 2022)
Beyond the White nos sitúa en el mar Blanco, una parte del norte de Rusia. Su director, Evgeny Kalachikhin, no nos ubica ahí para contarnos una historia propia de una región concreta. Le interesa más la desconexión –el aislamiento– de sus habitantes con respecto al resto de civilizaciones cercanas.
En el documental se respira un aire deprimente desde sus inicios: casas de madera destartaladas que parecen estar a punto de derrumbarse ante el ojo de la cámara; barcos que navegan a duras penas; un cementerio incapaz de dar descanso a los muertos; camiones y elementos mecánicos de mediados del siglo XX.
El filme nos transporta a otra época y a eso habría que sumarle la escases de alimentos –“no hay pescado” comenta un hombre con el mar de fondo–; también la vulnerabilidad debido al cambio climático y la dureza de la propia meteorología –una mujer vigila constantemente las condiciones temporales– hacen que todo esto dé una idea perfecta de lo dura que es la vida para los pueblerinos del lugar.
El aislamiento que, junto al cambio climático es el tema principal del documental, se patenta por la llegada de un viejo camión al pueblo con la misión de repartir víveres de primera necesidad a la población. La desconexión refleja perfectamente el estilo de vida de la gente, que parece vivir en un microcosmos al que no llegan noticias del exterior.
Una población que subsiste del propio medio natural, principalmente de la pesca, tiene que vigilar constantemente las inclemencias del tiempo. Es algo casi instintivo que ha formado parte de la idiosincrasia humana desde los albores de la humanidad, por ello es muy simbólico el papel de la mujer “meteoróloga” dentro del documental, porque asienta la idea de dependencia del medio. Así pues, esto se recalca a posteriori con los diferentes testimonios de los habitantes, que se quejan del calor que desprende la tierra o la problemática de los incendios, planteando la más que posible desaparición de las condiciones que han hecho posible la vida.
El cambio climático juega un papel fundamental. El paisaje vertebra todo e, inteligentemente, el director sabe jugar con el ritmo y la composición del paisaje. Es un ritmo lento, pero que se dinamiza con la cadencia de planos al sonar las diferentes composiciones musicales que subrayan –y crean– el drama del documental. Es muy contemplativo, pero en esa capacidad para observar lo que ocurre sabe cómo atrapar al espectador, haciendo que la experiencia sea realmente inmersiva.
– Santi Lecuona