26 May Poesía y fotografía en el documental francés del año
- Reseña de El leopardo de las nieves (Marie Amiguet & Vincent Munier, 2021)
La obra de Marie Amiguet y Vincent Munier, que bien podría ser una propuesta clásica por retratar el mundo animal del Tíbet, se convierte en uno de los mejores ejercicios documentalísticos y poéticos de este principio de década.
A El leopardo de las nieves no le basta con retratar una pequeña capa superficial del tema, sino que ahonda, a través de una perfecta simbiosis de lirismo y fotografía –dos formas de hacer poesía, al fin y al cabo– sobre la desconexión del ser humano con el medio natural. Y lo hace mediante el anhelo de dos hombres –el poeta Sylvain Tesson y el fotógrafo Vincent Munier– por ver al “leopardo de las nieves”.
Pero que no nos confunda una falsa lectura de su premisa o de su propio título, ya que a diferencia de lo que se puede pensar el filme no invierte demasiado tiempo en hablarnos sobre determinados procesos del ecosistema tibetano o de especies concretas que allí habitan. Por el contrario, se recrea más en el sentimiento y la soledad de los dos protagonistas, en su fascinación por lo que les rodea y en sus intensas reflexiones de tan sentido vitalista.
“Ahondar en la desesperanza o celebrar la belleza” pronuncia Sylvain Tesson, desvelando así uno de los motivos que mueven al documental, mostrando al mismo tiempo un cierto sentido panteísta, donde se ansía de manera poética una perfecta armonía entre el ser humano y la naturaleza y que conjuntamente deja una estela de preguntas sobre nuestro propio tiempo: ¿nos hemos desconectado de nuestra naturaleza primigenia?, ¿nos ha hecho la civilización ser torpes hasta llegar a la absoluta incomprensión del mundo natural?, ¿somos tan indiferentes ante aquello que nos rodea?
La clave del documental, pues, no está en conmover con la belleza de lo que muestra, sino en hacerlo con la reflexión de los dos hombres. Y así, rodeado de esta dialéctica y de estas preguntas al que el espectador tendrá que dar respuesta, se desarrolla una fotografía embriagadora que va desde la captación de paisajes sublimes y bellos hasta el juego de luces nocturno que realza las imponentes figuras de los yak, imágenes que juegan con el sentido primigenio del ser humano y con la vuelta a sus orígenes –a la Prehistoria que añora el poeta– y que parecen convertirse en una reminiscencia de las pinturas rupestres; pasando por los juegos de camuflaje de algunos animales, tan simbólicos para el propio desarrollo del documental, y posteriormente por la pareidolia entre las nubes y la fauna como transcripción visual de las palabras de Sylvain: “te obsesionas con un ser y el mundo toma su forma”.
Tal vez, lo que nos enseña El leopardo de las nieves no tiene que ver tanto con los animales, sino más con nosotros mismos; tal vez sea una invitación a pararnos, a respirar; tal vez sea una forma de decirnos que no podemos seguir siendo indiferentes ante lo que nos rodea. El filme de Marie Amiguet y Vincent Menier es, en definitiva, una herramienta para luchar por lo que nos queda.
– Reseña por Santi Lecuona